jueves, 11 de enero de 2007

Fugazmente rozaste mi mano y en mi interior una luz iluminó mis ojos, antes oscuros por las noches de vigilia…

Te soñé en una explosión naranja, en un campo fecundo, embriagado por mis besos.
Te sentí cercano, colándote en mis huellas.

Deseé amarte, desde lo más profundo y componer odas a los rizos en tu nuca;
Perfilé un paisaje con tu sombra centellante y tomé tu pasado y lo esculpí en figuras que aún no tienen nombre…

Mientras tu voz palidece y tus besos no arriban, las figuras se secan y se tornan arena y trazan una brecha entre nuestras huellas.

El infame silencio susurra tu nombre mientras yo espero horas, días, meses, sin volver a ver tus rizos; y los años envejecen y los sueños cicatrizan mientras busco entre renglones ese astro que una vez enardeció mi marea.

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